El futuro de la movilidad urbana

José Luis Martín-Oar & Enrique Miñarro

Business Strategist Lead / Lead Designer

No cabe ninguna duda que el futuro de la movilidad urbana se basa en tres desarrollos tecnológicos fundamentales; conectividad, electrificación y autonomía. Los tres se encuentran en periodos de madurez muy diferentes, siguiendo cada uno su particular curva de innovación.

El desarrollo de la conectividad móvil ha propiciado, desde hace unos años, la aparición de nuevos modelos de negocio y propiedad, que han transformado la manera en la que viajamos tanto en el sector público, en el privado o ambos. La electrificación de vehículos ya es una realidad con los primeros modelos 100% eléctricos y enchufables circulando por la ciudad. Siendo probable que los vehículos de autonomía de nivel 4 (totalmente autónomos) no lleguen, según los expertos, hasta 2025-2030.

Este desfase entre las tres curvas de innovación y la íntima relación que hay entre ellas, hacen que el sector de la movilidad esté sufriendo la revolución tecnológica más importante desde la invención del coche. En este periodo de cambios, estamos viviendo la entrada en la industria de nuevos competidores que están alterando el status quo de una industria reticente al cambio. Solo el tiempo dirá quién sale vencedor de esta revolución y quienes acaban convirtiéndose en otro “momento Kodak”.

En este artículo nos centramos en la electrificación de vehículos y específicamente en el impacto que está teniendo en la movilidad urbana.

El Vehículo

Eléctrico: Antecedentes

“Range Anxiety”, desarrollo infraestructuras de recarga, baterías intercambiables, pago de baterías solo por km recorrido…son todos conceptos innovadores con los que estamos familiarizados hoy en día, sin embargo, resulta sorprendente pensar que en realidad se desarrollaron a principios del siglo XX en lo que fue la era dorada de los vehículos eléctricos.

Desde, el que es considerado el primer vehículo eléctrico, el Flocken Elektrowagen, fabricado en 1888 hasta los primeros años del siglo XX, el vehículo eléctrico tuvo un gran éxito y se calcula que en 1900 alrededor de un tercio de todos los vehículos en la carretera eran eléctricos.

Con el desarrollo de las infraestructuras, el crecimiento del “territorio” circulable y los hallazgos de grandes reservas de petróleo, los vehículos eléctricos perdieron progresivamente mercado frente a los de combustión interna hasta quedar reducidos a un uso muy especializado.

El Vehículo Eléctrico Hoy

El interés renovado en la electrificación de vehículos se debe a dos factores fundamentales; el desarrollo tecnológico de baterías y las nuevas presiones regulatorias que están llevando a cabo gobiernos locales y nacionales, alineadas con la concienciación social al respecto. La escasez de combustibles fósiles sigue vigente, aunque en los últimos años los fabricantes han conseguido niveles de eficiencia sorprendentes en los motores de combustión, que hacen que el horizonte de agotamiento se aleje.

Resulta raro pensar que el renacimiento de los vehículos eléctricos se debe a nuestros teléfonos móviles, pero la realidad es que el aumento de la eficiencia y la reducción del precio de las baterías ha sido liderado por el increíble crecimiento de usuarios de dispositivos móviles, especialmente smartphones. McKinsey calcula que en un espacio de cinco años el precio por kWh descendió de $ 1000 a $ 350 y estima que en la próxima década podría descender incluso por debajo de $ 100. Con la aparición cada día de nuevas aplicaciones tecnológicas de dispositivos, que hacen uso de almacenamiento energético, no sería raro pensar que este proceso se acelere aún más.

Otro factor fundamental se debe a la concienciación sobre la contaminación debida a gases que contribuyen al efecto invernadero y partículas en suspensión. Gobiernos, administraciones regionales y ayuntamientos están imponiendo medidas cada vez más estrictas para reducir las emisiones debidas al parque móvil, imponiendo impuestos y restricciones circulatorias. Las preocupaciones sobre contaminación y sostenibilidad solo se ven exacerbadas por las proyecciones de desarrollo urbano. Según Naciones Unidas en 2030 un 60% de la población global vivirá en regiones urbanas frente al 54.5% en 2016. Además se prevé que de ese 60% al menos un 27% de la población estará concentrada en ciudades de más de 1 millón de habitantes y de ese 27% un 8.7%, aproximadamente 730 millones de personas, en ciudades de al menos 10 millones de habitantes.

El sonado caso del “diesel gate” en el que se ha visto envuelto el Grupo Volkswagen (entre otros) ha precipitado los planes de electrificación de muchos fabricantes. En el caso concreto de VW en pocos meses se pasó del mensaje “diesel aún tiene un gran futuro” al anuncio de 30 nuevos modelos eléctricos/híbridos durante los próximos 10 años y a una restructuración profunda de la plantilla.

Otro movimiento importante de la industria y la electrificación de vehículos lo protagonizó Volvo anunciando en Junio del 2017 que todos sus lanzamientos a partir del 2019 tendrán un motor eléctrico (como único motor o combinación con otro tipo). Según Volvo: “El anuncio representa uno de los movimientos más significativos que ha realizado cualquier fabricante en los últimos años y pone de relieve la decadencia que va a sufrir el motor de combustión interna en su transición a un nuevo capítulo en la historia del automóvil.”

Curva de Adopción Más Regulatoria Que Consumo

Bajo las premisas de búsqueda de un método de transporte más equilibrado, nos encontramos que en el contexto de la movilidad urbana, en ciudades de alta densidad, la electrificación vendrá impulsada por un cambio regulatorio, más que por las necesidades de los usuarios.

Esta electrificación “forzosa” que ocurrirá en los próximos años, junto con el desarrollo, especialmente de la conectividad y nuevos modelos de consumo compartido, llevarán a un cambio de paradigma y polarización de modelo comercial donde la mayoría de los vehículos de transporte de personas pasarán a ser propiedad y estar gestionados por organizaciones públicas o privadas – el desplazamiento urbano 100% como servicio.

Esta transformación del desplazamiento urbano como servicio y la reducción de vehículos privados promoverá, sin lugar a duda, la multimodalidad. La movilidad urbana del futuro no dependerá solo de la conectividad compartimentalizada de nuevos modelos de consumo compartido promovidos por organizaciones privadas, sino por la conectividad más eficiente entre los diferentes sistemas público-privados para conseguir un sistema de desplazamiento que responda a la nueva economía “bajo demanda”.

En este renacimiento del vehículo eléctrico están involucrados diversos actores, y el diseño tiene que asumir también su responsabilidad, que es encontrar la forma y el modo adecuados para que el impacto sea real y positivo para los usuarios finales.

Design Approach

Es necesario observar con amplitud de miras y profundidad los factores que afectan a la movilidad, de cara al futuro. Los diseñadores somos especialistas en observar contextos, analizarlos y reflexionar en busca de conclusiones. Y luego en la obtención de claves que nos permitan definir soluciones futuras que aporten valor.

La solución a la movilidad urbana no puede ser una adaptación más del coche de siempre, una máquina de 1500 kg, que ocupa 10m2 y que transporta a menos de dos personas. No se trata de transformar ese vehículo para que funcione con baterías en vez de con gasolina. Ese es un producto que pertenece a otra era.

El enfoque debe ser más profundo y más riguroso. Debemos ser valientes para cuestionar, y estar preparados para descubrir. Y para proponer.

Hagamos diseño, apliquemos metodologías que nos hagan ser capaces de situarnos en escenarios futuros, para aportar innovación real. Evitemos la dinámica de la adaptación y del ensayo-error, que cuesta años y dinero, y que ya no sirve para seguir el ritmo del desarrollo social.

El cambio ha comenzado a producirse: La diversificación de vehículos que observamos en nuestras ciudades abre el camino a nuevas posibilidades. El reto es pasar de un vehículo que hoy por hoy no satisface a nadie, a vehículos inéditos, más adaptados, que satisfacen y benefician a todos, como individuos, y como sociedad.

Esto solo será posible si nos apoyamos en la tecnología. No podemos dar el salto si limitamos las posibilidades de una nueva tecnología encajonándola en una concepción arcaica del producto.

Después de años de desarrollo ahora contamos con las posibilidades de las arquitecturas eléctricas nativas, que permiten una libertad de diseño que no permitían las arquitecturas tradicionales propias del vehículo de combustión. Ahora no debemos adaptar el diseño a los espacios que nos deja la tecnología, sino que podemos componer de forma mucho más flexible el package del vehículo. Las posibilidades de innovación e impacto a nivel diseño dependerán de la interpretación de estas nuevas tecnologías.

Conclusiones

Hace 100 años descubrimos que la electricidad servía – también – para propulsar automóviles, pero no concurrieron otros factores necesarios para su proliferación. En aquel momento el motor de combustión representó el mejor compromiso. La historia ha seguido su curso y es ahora, más de 100 años después, cuando sí ha llegado el momento. Ahora sí confluyen todos los desarrollos necesarios, que crean el contexto propicio. La espera ha valido la pena porque, de hecho, a lo que nos enfrentamos no es a una variación que aporte un valor significativo pero parcial, sino que estamos ante un cambio de paradigma.

Nuevas tipologías de vehículos están naciendo, y otras están por descubrir. Contando con la indiscutible relevancia de la movilidad en las vidas de los seres humanos, el diseño – como disciplina esencialmente centrada en el usuario – debe convertirse en herramienta crucial en la definición de los sistemas de movilidad futura. Se acercan tiempos emocionantes.

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