¿Cómo la industria del automóvil dará a sus usuarios lo que necesitan, en un mundo post-COVID-19?

Maruan El Mahgiub

Director de Estrategia de Negocio

Los movimientos se han detenido en casi todas las partes del mundo. Una vez que las personas podamos viajar de nuevo, ¿volveremos a usar los mismos medios de transporte para viajar o para movernos?

Es poco probable.

Personalmente, creo que hay algo claro al intentar predecir el futuro de la industria automotriz, y es que, esta crisis provocará un cambio en las preferencias de los consumidores.
Habrá dos cambios importantes, pero opuestos.

En primer lugar, muchas personas preferirán el automóvil al transporte público.

En el momento en el que se restablezca la posibilidad de viajar, las personas serán reticentes a utilizar los medios de transporte público, ya que aquí se antoja difícil mantener la distancia de seguridad adecuada y además, donde las superficies pueden estar contaminadas por el contacto de las personas. Si te doy a elegir, ¿utilizarías este medio para ir al trabajo o expondrías a tu familia a ello?

Otro de los factores a recordar es la caída de precio del petróleo,  lo que conlleva a que el uso del automóvil sea más atractivo, por lo menos desde una perspectiva económica… y siempre y cuando estos precios se traduzcan en los precios que pagarán los consumidores en las gasolineras.

En segundo lugar, habrá menos personas que querrán o podrán comprar un automóvil.

Por lo tanto, aunque las personas preferirán tener su espacio personal, debido a la crisis, no podrán tener acceso a la compra de un automóvil. Es obvio que el impacto macroeconómico inmediato dejará un alto nivel de desempleo, que se traducirá en una menor demanda de automóviles nuevos.

De aquellas personas que su terreno laboral no se haya visto afectado, algunas se habrán acostumbrado al teletrabajo, lo que será, cada vez más frecuente en el futuro una vez finalizada la crisis. Esto significará que habrá menos personas que necesiten desplazarse y las que lo hagan, lo realizarán con menor frecuencia, lo que se traduce en menos disposición para la compra de automóviles nuevos o caros.

¿Y dónde queda el nuevo enfoque generalizado de la sostenibilidad? Este año de crisis ha traído efectos altamente visibles, inmediatos y tangibles, incluidos los incendios forestales en Australia y el COVID-19, con algo en común, la falta de respeto y el desconocimiento del medio ambiente. Creo que también tendrá un efecto sobre la baja demanda de automóviles nuevos para uso privado. Y… vale, puede que el precio del combustible caiga, pero el incrementar su consumo, y comprar y desechar automóviles no parece que sea la respuesta.

Dada la reducción de la disposición a utilizar el transporte público y la reducción de la capacidad/disposición a comprar un nuevo automóvil, mi predicción es que habrá un aumento de la demanda de vehículos compartidos (y preferentemente eléctricos).

A corto plazo, esto será una bendición para las plataformas de automóviles compartidos eléctricos, como Zity de Ferrovial, WeShare de VW o ShareNow, el proyecto conjunto Daimler/BMW, pero hay dos puntos clave que éstos no abordan:

  • Mantener la confianza y tranquilidad con el servicio ofrecido: el proveedor ¿cómo puede garantizar que el habitáculo del automóvil, en particular, el volante, las pantallas táctiles, etc., no estarán contaminados?
  • Adecuar el propósito del vehículo: Dado que los vehículos son diseñados principalmente para uso privado, ¿podrían ofrecer el servicio que se espera de un vehículo compartido?¿En qué podrían mejorar si se diseñasen con la idea de compartir?

Considero que estos dos desafíos, sensibilizan a los fabricantes de coches tradicionales y a su vez podría ser una fuente de oportunidad para ellos.

Diseñando un servicio de movilidad para un mundo post COVID-19

No es ningún secreto que los puntos fuertes tradicionales de los fabricantes de automóviles y sus competencias principales, les han hecho quedarse atrás en cuanto a la manera de diseñar con éxito y a captar el valor de la “movilidad como servicio”, confiando en cambio, en un enfoque tradicional en cascada, que comienza por el vehículo y considera el servicio como un mero complemento.

¿Cómo de poderoso sería un fabricante de automóviles si realmente se fijase en los cambios de comportamiento del consumidor y diseñara nuevas soluciones de movilidad basadas en sus frustraciones y necesidades, y se enfocara primero en el servicio y luego en la función y forma?

Hemos visto como los proveedores de servicios de movilidad, están implementando rápidamente soluciones mínimas viables para el desafío del corornavirus; por ejemplo, Didi Chuxing (la respuesta China de Uber) ha empezado a instalar un plástico protector que divide el habitáculo entre conductor y pasajeros, estableciendo, además 46 puntos de instalación de estos escudos y 9 estaciones de desinfección alrededor de Pekín. En respuesta a las soluciones que desarrollaron los taxistas con sus propias manos, colocando barreras de protección caseras o utilizando trajes hazmat (trajes de protección).

Pero esto, en realidad, solo son soluciones temporales que dibujan el problema real.

¿Qué podrían hacer los proveedores de servicios (fabricantes de automóviles, compañías de transporte de pasajeros y compañías de coches compartidos) para garantizar no solo, que sus vehículos sean seguros, sino que los consumidores se sientan seguros?

Para abordar con éxito las inquietudes y necesidades de los consumidores, las empresas, primero, deben asegurarse de que entienden lo que importa perfectamente a los consumidores y en segundo lugar, hacer del diseño de servicio una prioridad.

Diseñando un vehículo para un mundo post-COVID 19

Incluso creándose algunos servicios que tranquilizan a los usuarios en torno a los vehículos compartidos, el hecho es que estos vehículos nunca fueron pensados para ser compartidos, y por lo tanto no están construidos con este propósito. Algunas compañías emergentes -como la china/sueca Lynk & Co- han creado coches pensando en la posibilidad de que estos se compartan pero todavía estamos muy lejos del coche que se diseñe pensando exclusivamente en la idea de compartirlo .

Mientras que antiguamente las interacciones con el automóvil y sus casos de uso se limitaban a un solo propietario, los automóviles compartidos serán utilizados por varias personas con múltiples propósitos diferentes en un día determinado. ¿Cómo podría un coche adaptarse a todas esas necesidades? ¿Cómo debería un coche permitir la interacción con una multitud de personas diferentes?

¿Cómo debería ser la propuesta de diseño de un coche compartido?

Para responder esta pregunta, se requeriría un estudio profundo de las necesidades y comportamientos de los usuarios/clientes en los diferentes contextos/escenarios y un enfoque integrado que tenga en cuenta el diseño del servicio y los puntos de contacto digitales, así como el diseño físico del automóvil.

Cualquier compañía que lo haga, podría desarrollar una ventaja competitiva diferenciadora. Es aquí donde los fabricantes de automóviles realmente podrían brillar, ya que Uber y otros proveedores de servicios no pueden empezar a construir coches.

Conduciendo hacia adelante

El mundo post COVID-19 será bastante diferente al que teníamos antes , y todas las empresas deben prepararse para abordar las nuevas preocupaciones y preferencias de los consumidores.

Un enfoque de diseño integrado a través del servicio, digital y físico, basado en una profunda comprensión de las necesidades y preocupaciones de los clientes, será clave para realizar los cambios necesarios en los negocios para la supervivencia después de la crisis.

Quien responda al llamada de comprender las nuevas preferencias de los consumidores y hacer un vehículo más adaptable, más sostenible y con un servicio que se sienta seguro, seguramente encontrará un lugar en el mundo post-COVID-19.

Y tú, ¿cómo te estás preparando para este cambio?

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