Regresamos a Nueva York para asistir al Fast Company Innovation Festival 2025 porque la mejor estrategia se logra cuando sales de las reuniones con tus clientes y pones a prueba tu
pensando en contra del resto del mundo. Durante una semana, los líderes de los negocios, la tecnología, la cultura y el diseño se enfrentaron a las preguntas que escuchamos todos los días en nuestro estudio: ¿cómo se mantiene la relevancia cuando todo cambia tan rápido? ¿Cómo puedes crecer sin perder lo que te hizo especial? ¿Cómo utilizas la tecnología sin perder tu humanidad?
Jaime Moreno, nuestro CEO, asistió por primera vez en 2014, cuando apenas se presentaron un centenar de personas. Once años después, más de mil personas se dieron cita en esta edición. El crecimiento
refleja lo que vemos con nuestros propios clientes: las conversaciones que solían tener lugar en las salas de juntas ahora tienen lugar en todas partes, y el ritmo del cambio hace que todos se esfuercen por mantenerse al día. El festival confirmó tres turnos que hemos estado siguiendo en nuestro trabajo en todos los sectores.
Los espacios físicos luchan contra el dominio digital
En las nuevas oficinas de IBM en Madison One en Nueva York, Amanda Carroll y Joanne Wright nos guiaron por los espacios diseñados para la realidad del trabajo híbrido. Pero no se trataba solo de muebles flexibles. Crearon lo que denominaron «zonas de colisión», espacios diseñados específicamente para el tipo de conversaciones accidentales que impulsan la innovación. Vemos el mismo desafío con los clientes minoristas: ya no basta con tener una tienda bonita. Cada espacio físico debe justificar por qué alguien debe salir de su casa.
La admisión de Brian Niccol en Starbucks fue perfecta. Reconoció que la eficiencia había superado a la experiencia: sus cafés se habían convertido en estaciones de comida para llevar y no en lugares en los que querrías quedarte. Su plan «Back to Starbucks» de rediseñar más de mil tiendas no consiste solo en añadir asientos y tazas de cerámica. Se trata de entender que, en un mundo digital, los espacios físicos deben ofrecer algo que no se puede obtener de una aplicación: una conexión humana genuina.
Esto refleja el trabajo que hemos realizado para ayudar a las marcas a repensar su presencia física. No se trata de elegir entre lo digital o lo físico. Se trata de entender qué es lo que cada uno hace mejor y de diseñar experiencias que fluyan entre ellos.







La cultura se ha convertido en el nuevo canal de distribución
Las asociaciones de Moët Hennessy con LeBron James y Pharrell Williams no son apoyos tradicionales. Son lo que sus ejecutivos llamaron «traducciones culturales», formas de unir el patrimonio centenario con las comunidades contemporáneas. La marca de lujo no solo vende champán, sino que también vende el acceso a momentos culturales.
Ahora vemos este desafío en todos nuestros proyectos. La verdadera pregunta no es cómo llamar la atención, sino a qué conversación cultural perteneces y cómo le agregas valor en lugar de simplemente involucrarte en ella.
La serie Roku de Tracee Ellis Ross «Solo Traveling» se convirtió en el programa sin guión más visto de la plataforma porque aprovechó algo que la gente ya sentía pero que no había visto reflejado en ellos. Eso es fluidez cultural: reconocer lo que está surgiendo y darle forma antes de que otros se den cuenta de que existe.
La tecnología avanza más rápido que la cultura organizacional
Arvind Jain, de Glean, presentó la «IA agencial», herramientas que actúan como colegas proactivos en lugar de asistentes pasivos. La tecnología es impresionante, pero el verdadero desafío no es técnico. Ayuda a las organizaciones a adaptar su cultura y sus procesos para que funcionen junto con estas nuevas herramientas sin perder su ventaja creativa.
Vemos esta tensión en todos los proyectos de innovación. Los clientes quieren implementar la última tecnología, pero no han pensado en cómo cambiará la forma en que sus equipos trabajan juntos ni qué significa para su relación con los clientes.
La presentación de Jonathan Haidt sobre el impacto de las redes sociales en la salud mental de los adolescentes aclaró este punto. La tecnología avanzó más rápido que nuestra capacidad para entender sus consecuencias. Ahora estamos intentando ponernos al día, intentando construir barandillas después de los hechos.
Qué significa esto para la estrategia y el diseño
Estas conversaciones confirmaron algo en lo que hemos creído durante años: el futuro pertenece a las organizaciones que pueden moverse entre el mundo digital y el físico con fluidez, que entienden la cultura tan profundamente como entienden la tecnología y que diseñan para las necesidades humanas en lugar de solo para medir la eficiencia.
Las compañías más interesantes del festival no eran las que tenían la tecnología más avanzada. Eran las que hacían las mejores preguntas. Starbucks se pregunta por qué es importante la eficiencia si acaba con la experiencia. Sephora pregunta cómo las herramientas digitales pueden mejorar la experiencia humana en lugar de reemplazarla. AARP pregunta cómo cambia el diseño cuando tu audiencia vive y trabaja más tiempo que nunca.
Para nuestros clientes, esto se traduce en tres prioridades estratégicas: diseñar experiencias que fluyan sin problemas entre los puntos de contacto digitales y físicos, desarrollar la relevancia cultural en lugar de solo la utilidad funcional e implementar la tecnología de manera que aumente la creatividad humana en lugar de reemplazarla.
El festival nos recordó por qué hacemos este trabajo. Una buena estrategia y un buen diseño no consisten en predecir el futuro. Se trata de desarrollar la capacidad de adaptación cuando el futuro llegue antes de lo esperado.
Vamos a crecer ¡juntos!
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Mormedi tiene respuestas.